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La Discriminación y la Desigualdad de Género

Foto del escritor: Yvonne FranciscoYvonne Francisco

Actualizado: 8 ago 2024

Cuento escrito por Elaine Francisco Cabrera, futura psicóloga y escritora, Vive en República Dominicana. Tenía 13 años cuando lo escribió, ya tiene 15 años.



Había una vez una chica de 15 años llamada María, ella vivía en la India, en los tiempos donde las mujeres no eran respetadas como debían. Desde pequeña la habían maltratado física como psicológicamente. Le daban golpes, la criticaban por todo lo que hacía y le decían cómo debía de ser si quería llegar a ser esposa de alguien algún día.


Tenía prohibido llorar, reír muy alto, salir a la calle a altas horas de la noche, usar un

vocabulario vulgar, etc… Y tenía como obligaciones barrer, limpiar la casa, fregar,

cocinar, atender a los invitados… toda una esclava, prácticamente. ¿Y por qué? Por ser

una mujer. Ella nunca estuvo de acuerdo con esa desigualdad que había en el mundo,

donde los hombres eran superiores. Pero tampoco quería que las mujeres fuesen

superiores, solo quería igualdad.


Su madre había muerto cuando dio a luz a su hermano menor, Gabriel, quien ya tenía apenas 6 años, y a quien María tenía que cuidar. Siempre que ella llegaba del colegio se ponía a

atenderlo y a enseñarle cosas, era como su tutora, cuidadora y madre por un lado, ya que

era la única influencia femenina de Gabriel. María no quería que Gabriel saliera como

todos los hombres que se creían superiores, así que le contaba todo lo malo que pasaba,

de una forma que él entendiese, y un día hicieron un plan para acabar con la

desigualdad.



Gabriel, ya estoy cansada de todo el maltrato en esta casa, de lo que pasa en las noches,

de que no nos cuiden a ninguno, de que no nos escuchen. Es hora de irnos de aquí. Te

ayudaré a empacar tus cosas. le dijo María a Gabriel.

Pero ¿a dónde iremos, hermana? respondió Gabriel.

Afuera. Nos esconderemos de los hombres malos e iremos tras los hombres buenos y

las mujeres, niñas y adolescentes. Iremos por todo el país a recolectar gente, gente que

está con nosotros, que están cansados de ser discriminados y de esta desigualdad que hay en el mundo. Luego haremos una rebelión contra el mundo. Hablaremos con el

presidente y con todo el mundo para que esto llegue a su fin. — le respondió María.



En la madrugada del 23 de marzo, María y Gabriel se escaparon de su casa. Todas las

noches, en el horario en el cual las mujeres tenían que estar dentro de su casa se

escondían tras árboles, arbustos, carros, casas, escuelas, se escondían donde fuese con tal de que no los encontraran. Gabriel podía estar afuera, pero era muy pequeño como para que lo dejaran ir sin preguntar o llevarlo a su casa.



En el día iban por la calle tocando casas y preguntando si podían pasar. Ya dentro de

las casas le contaban su plan y les preguntaban si aceptaban unirse. El 97% se negó a

unirse debido a que tenían miedo de que las cosas se tornaran a peor o no salieran bien.

Pero María no se rindió. Se dijo a sí misma que su pequeño pueblo no bastaría, tendría

que ir por la isla entera preguntando, y eso hizo.


Tardaron un año en recorrer la isla entera buscando más mujeres, niñas, adolescentes y

hombres que estuviesen de su lado. Mucha gente no se unía por el miedo, igual que la

gente de su ciudad, pero al menos ya no eran solo dos personas contra el mundo. Dentro

de ese año ya habían recolectado 274 mujeres, 757 niñas, 2553 adolescentes, y 127

hombres, adolescentes y niños. Todos en conjunto eran 3713 personas contra la

desigualdad.


María había descubierto que no solo las mujeres sufrían. Uno de sus amigos de su edad

que ganó en ese año, Raúl, le había contado que muchos de ellos eran forzados al

trabajo duro, a hacer cosas que no querían. No podían llorar, quedarse en casa, elegir

con quién casarse, elegir su carrera… todo debía ser como el gobierno decía. El gobierno era

quien controlaba a las personas, lo que hacían, con quien se casaban, que estudiaban…

todo. Esto le pareció bastante injusto a María. “El gobierno no debería involucrarse en esas cosas”, decía. La vida no era vida cuando era liderada por esos gobiernos de esos

días.


El grupo contra la discriminación y desigualdad de género fue llamado “Igualdad y

libertad para todos”. Fue mundialmente conocido ya que habían llegado a los periódicos

nacionales, y periodistas extranjeros que viajaban allá para buscar noticias los habían

publicado en los periódicos de sus países y poco a poco se fue regando por todo el

mundo.


Gente de todos los países iban a donde decían las noticias que estaba la joven María.

Querían ayudarla, ellos también querían igualdad y libertad, así que se unieron a su

grupo. Discutieron con los pueblos, las ciudades, los gobiernos, armaron toda una

rebelión, pero sin agresiones.


Un día, todas esas noticias llegaron a la vista de una señora que había llegado a la

presidencia de Estados Unidos. Había luchado por llegar a ese puesto, y bastante; y ver y

leer todo lo que hizo María le conmovió como nunca, más el hecho de que a pesar de todo

no se rindió. Leyla, la presidenta de Estados Unidos, invocó a la joven María a que

fuera a una reunión con ella. Le pagó el vuelo de ella y su hermano. Los dos fueron,

mientras que los demás del grupo se quedaron protestando y luchando por su objetivo.



Leyla habló con María para hablar con la ONU e intentar convencer a todos de la

igualdad de género y de finalizar la etapa de la discriminación, dar todo para hacerlo…

Al final lo logró. Logró su sueño gracias a que no se rindió pese a las dificultades. Ella

Siguió adelante y luchó por algo que quería desde hacía tiempo, y lo consiguió. Logró

que los gobiernos hiciesen caso, que los hombres dejaran de agredir, de mandar, que las

mujeres fueran más libres y los hombres también. Logró que cada quien pudiese vivir

su vida… Todos menos ella.


María tenía una enfermedad en el corazón, y ella sabía que no iba a durar mucho

viviendo, pero quería irse del mundo sabiendo que lo cambió para mejor y que su

hermano y todo el mundo estaría en un lugar mejor que antes.



Ella murió 3 semanas después de cambiar el mundo. Todos los que la apoyaban fueron al funeral a agradecerle y desear que descansara en paz… Siempre fue recordada en sus

corazones e incluso le hicieron una estatua en la India, cerca de donde vivía.


Gabriel se quedó junto a Leyla como madre adoptiva, y años después, cuando Gabriel

ya tenía la edad necesaria para postularse como presidente, lo hizo, con el apoyo de su madre adoptiva y de su hermana María, que en paz descanse.


Fin



Cuento escrito por Elaine Francisco Cabrera, futura psicóloga y escritora ;)


“Nunca te des por vencido cuando se trate de un sueño. Cuando de verdad quieres algo darías hasta tu último suspiro por ello”

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