Por Rosemary Francisco Santos, arquitecta

Cuando se abren las puertas del pasado, el futuro puede cambiar. —le comenta una oruga a un alacrán, en unos de esos días, donde el caos o el desorden, el hastío o apatía de ver tanta barbaridad, masacres y demás reinan por aquí, por allá, y sin ir tan lejos hasta dentro de casa la podemos encontrar—.
La Oruga, es unos de esos diminutos animalitos del reino animal, amada por unos y repudiada por otros. Suele llamarse para sí misma, "Serena"... Serena, para recordarse a sí misma de mantener la calma y serenidad ante las adversidades que enfrenta en su devenir del día a día, en un mundo que se ha convertido en un espacio siniestro, de desamor y falta de respeto dentro de nuestro ecosistema.
Nuestro ecosistema, que una vez fue tan bello, apacible, sereno y hermoso, conformado por diferentes eslabones, sobre todo en referencia a las especies humanas que se creen los únicos con derecho a tener vida en este sistema solar, y por quien, una y otra vez, somos borrados de la tierra, y todo para volver a empezar, desde cero una vez y otra vez más.
Volviendo a nuestro tema, les comento que, Serena, estaba acostumbrada a pasar sus días de aquí a allá, de una hoja a otra, y sin mucho que pensar, pero con muchos deseos de cambiar, porque no le veía sentido a su vida, solo dormir, comer, cuidarse de no ser aplastada o comida al final de un día.
— No siempre estaré arrastrada, algún día mi cuerpo ha de cambiar, eso te lo puedo asegurar. Tú, en cambio, seguirás como estás, a ver a quien puedes envenenar; pero te puedo asegurar que ya no encontrarás a quien clavar su aguijón envenenado, eso ya no pasará más. Estaremos tan altos que ni siquiera nos verás. Todo tiene un final y a ti te ha llegado ya. Todos seremos transformados y nos echaremos a volar —dijo Serena—.
—Waoo, increíble, sí que eres engreída y empinada, ¿quién te ha dicho todas esas bobadas? ¿Cómo piensas que dejarás de arrastrarte, tú una insignificante oruga que solo sirves para ser comida de otras especies vertebradas e invertebradas. Eres el alimento de otras crías que te roban tu energía. Solo eres una más, ni con tantos ojos que tienes,!! ¿no puedes ver tu realidad? Déjate de bobada, que eso nunca pasará.
— ¿Bobadas dices?, ja ja que va, te cuento que bobadas no son ni serán. Encontré unos libros por ahí tirados y hablan del pasado. Esos libros que fueron ocultados, habla de cómo otras orugas se transformaron, dejaron de arrastrarse y se empinaron en lo alto.. ¡Yo no sabía del poder que en mi yacía, ¿podrás creer que ya no seguiré lamiendo el polvo que está por doquier, que no seguiré siendo pisada por ciertos gigantes que se creen más y que no ven que aquí abajo hay vida también?! Waoo, estoy maravillada, esperando ese día....

Ese libro del pasado me abrió las puertas hacia mi futuro; mi futuro cambiará, solo debo esperar, y su justo momento llegará. No sabía nada al respecto, pero ahora sé el proceso. Debo entrar en mi capullo, hasta lograr conectar con lo profundo, y solo entonces mi cuerpo se irá transformando, es una metamorfosis para que mejor claro lo tengas, iré adquiriendo nuevas actitudes, veré la vida tal cual es, conoceré nuevos mundos, me levantaré como el Fénix y nunca más volveré a hacer parte del lodo. Y no es que me arrepienta de ser una oruga, porque es parte del proceso de aprender para nunca más volver, a lo que antes fue.
Cuando abramos las puertas del pasado, nos daremos cuenta de que no todo es lo que es... Nuestro futuro puede cambiar si nos remontamos atrás y descubrimos quiénes fuimos y lo que pronto ha de ser, será. Y te podré decir, hasta nunca más, alacrán. Porque ni en el más allá estarás, te irás con los demás y de ahí ya no saldrás. Tu destino ha llegado, y aunque tu reinado ha sido largo, la espera ha valido la pena, es mejor tarde que nunca haberlo logrado. Por eso, termino diciendo, ábrete al pasado, encontrarás la verdad que nos han ocultado.
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