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Uno mismo

  • Foto del escritor: Rosemary Francisco santos
    Rosemary Francisco santos
  • 5 may
  • 2 Min. de lectura

El Poder de Uno Mismo

"Conflicto interno entre rendirse y seguir, entre ser eco o canción”

Por Rosemary Francisco, arquitecta

“Renacer en la Sombra"
“Renacer en la Sombra"

Uno mismo decide parar, cuando el alma pesa como invierno, cuando los días se arrastran sin voz, y hasta la esperanza parece enferma.


Uno mismo apaga su cantar, y deja en silencio todo su universo, como un pájaro quieto en mitad del vuelo, como un verso perdido en un libro adverso.

Uno mismo se encierra en un cuarto sin llaves, con los miedos haciendo de barro las aves, y la luz, que antes entraba por rendijas, se convierte en sombra que al alma corroe.


Uno mismo se deja caer al abismo, olvidando que es luz, olvidando el sí mismo, se convierte en eco de antiguas heridas, y le da más peso a las cosas perdidas.


Uno mismo cultiva su propia tristeza, riega las sombras, se niega belleza, y en vez de mirar hacia el cielo abierto, se hunde en el pozo de un sueño desierto.


Uno mismo olvida su nombre y su fuego, se esconde del mundo, se aleja del juego, porque duele volver a intentarlo de nuevo, porque arde el recuerdo de lo que fue ruego.


Pero… uno mismo decide seguir, aunque tiemble, aunque duela el latir, aunque cada paso parezca quebrarse, hay una chispa que insiste en alzarse.


Uno mismo se enciende como llama en la brisa, y se vuelve camino, verdad y sonrisa, porque incluso en la noche más cruda y callada, una voz interior nunca está apagada.


Uno mismo se abre al amor que renace, a la voz interna que nunca lo deshace, al abrazo que no pide razones, al perdón que florece entre las estaciones.


Uno mismo reconstruye cada ruina, y pinta de cielo su esquina más gris, le pone ventanas al muro del alma, y aprende a vivir sin huir del matiz.


Uno mismo rompe cadenas calladas, libera sus alas, renueva su espada, y en vez de temer la batalla que espera, se convierte en luz que la sombra supera.


Uno mismo abraza su herida y su canto, y elige ser río, ser fuego, ser llanto, ser raíz en la tierra, ser rama en el viento, ser quien camina, aun con desaliento.


Porque al final, en cada reflejo, uno mismo es piedra… o es espejo. Uno mismo es eco… o es canción. Uno mismo se apaga… o se vuelve sol.


Y es, que al final no hay mayor poder que el de uno mismo. No hay sombra tan densa que no ceda ante la luz que llevamos dentro. Cada caída es semilla, cada silencio es raíz. Uno mismo se encuentra cuando se atreve a mirar de frente, cuando elige no huir, sino abrazarse entero.


Porque vivir es eso: ser piedra y espejo, ser eco y canción, ser noche… y, aun así, ser sol.


 

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En Lowell Corazón Latino nos representa un corazón.
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