¿Estás preparada para el Salto? 🦋✨
- Rosemary Francisco santos
- 19 abr
- 3 Min. de lectura

Por Rosemary Francisco Santos. -
New York. - En una tarde gloriosa, donde el sol acariciaba la tierra con hilos dorados y el cielo parecía pintado con suaves pinceladas de acuarela, se encontraban dos versiones previas de mariposa. Eran orugas aún, pero ya latía en ellas el misterio de algo más grande, como si el alma supiera lo que el cuerpo aún no comprendía.
Estaban posadas sobre una hoja alta, en la rama extendida de un viejo roble sabio. A su alrededor, el bosque parecía respirar: los prados verdes se mecían como olas tranquilas, las flores silvestres reían con sus colores, y los pájaros carpinteros golpeaban la madera en un ritmo ancestral, como marcando el pulso sagrado de la naturaleza.
—¿Estás preparada para el salto? Con voz suave pregunta el hermoso capullo de franjas doradas, con una chispa de emoción en su voz; pero, al no encontrar respuesta vuelve y hace la misma pregunta una y otra vez, pero esta vez con más vigor que la anterior: —¿Estás preparada para el salto? —replicó.
La otra, de cuerpo verde suave y motas blancas, dudó por un instante. El viento acariciaba su espalda, y todo a su alrededor parecía susurrarle que algo estaba por cambiar.
Su compañera, de cuerpo verde jade, la miró con sus ojos pequeños pero curiosos. Las rodeaba un bosque lleno de vida: prados verdes como esmeraldas, flores silvestres temblando de luz, y pájaros carpinteros marcando el ritmo del día con su tambor natural sobre la corteza de los árboles.
Todo parecía pintado con acuarela: el cielo, las hojas, el murmullo del viento.Y sin embargo, algo más profundo flotaba en el aire... una sensación invisible; como si el bosque mismo susurrara: "Es tiempo de cambiar."
—Es tiempo del salto; pero recuerda, el salto no es hacia abajo —dijo la oruga entusiasta—. Es hacia adentro… y luego hacia arriba.
La otra oruga cerró los ojos. Sintió ese llamado en su interior, una vibración que no venía del exterior, sino de lo más profundo de su ser. Justo cuando iba a responder, su amiga volvió a hablar, esta vez con voz suave, La oruga dorada sonrió y añadió, como si compartiera un secreto antiguo:
—¿Sabías que no solo nosotras cambiamos de oruga a mariposa?
—¿Cómo, que es eso que dices? —preguntó la más pequeña, intrigada.
—También los humanos lo han de hacer, solo que muchos de ellos se olvidan de su buen hacer. Para poder trascender, ellos también deben dar el salto. El salto de dejar atrás todo ego, envidia, egoísmo... todo lo que los aleja de lo divino. Cuando lo hacen, cuando se atreven, algo en ellos despierta.
Luego de un breve silencio la oruga agregó:
—Entonces comienza la transformación.
Dentro del capullo, el cuerpo deja de ser oruga. La forma se disuelve, el movimiento cesa. Ya no hay búsqueda, ni hambre, ni ruido. Solo oscuridad, silencio... y cambio. Ese capullo, lejos de ser prisión, es santuario. Una pausa necesaria. Una entrega total.
Y así también ocurre con el alma del ser humano.
Llega un momento en que el ruido de afuera ya no llena, en que las máscaras pesan más que el rostro, y el alma comienza a buscar... no más cosas, sino verdad. Es entonces cuando el hombre —como la oruga— comienza su viaje interior. Se retira del bullicio, aunque siga viviendo en él. Se aleja sin irse.Comienza a mirar hacia dentro, a escucharse, a recordar quién es en esencia.
Empieza el camino espiritual.Y sí, al principio es como entrar en un capullo: Debe dejar caer sus creencias impuestas, sus deseos vacíos, su necesidad de aprobación. Debe deshacerse del personaje que creó para encajar en un mundo que nunca fue suyo.
Es un proceso difícil, porque implica renunciar a la comodidad de ser parte del rebaño. Implica ver lo que otros no quieren ver. Pensar en lo que no fue enseñado. Sentir lo que no se dice.
Pero un día, sin prisa, el alma abre sus alas.
Ya no es oruga. Ya no está atrapada. Ahora vuela. Y al volar, aprende a ser libre. Libre no porque haya escapado del mundo, sino porque ha dejado de ser su esclavo.
Aunque aún deba trabajar para el sistema, ya no es parte de él. Ya no es marioneta de titiriteros invisibles. Sus pensamientos son suyos, no impuestos. Tiene criterio, tiene claridad, y ve la verdad allí donde otros aún creen en la falsedad.
Mira belleza donde hay simpleza, mira divinidad donde otros solo ven rutina. Y lo más importante: ya no necesitas ser parte del espectáculo para sentirse completo. Sabe que su valor no depende de lo que tiene, sino de lo que es.
Como la mariposa, va de flor en flor, liviana, sin miedo, sin prisa. Y donde pasa, deja luz, deja semilla, deja verdad...
No necesita convencer.
No necesita gritar.
Solo basta con verla volar.
Atrévete ahora y hazlo ya.
🦋✨🦋✨🦋✨
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